14 Abr Un futuro esperanzador para los enfermos de Parkinson
Esta semana se ha celebrado el Día internacional contra el Parkinson, una enfermedad crónica degenerativa que afecta a la parte del cerebro que controla el sistema motor y que supone en el paciente una progresiva pérdida de su capacidad para coordinar movimientos.
Se trata de una patología crónica que afecta a un uno por ciento de la población mayor de 65 años y aunque todavía se desconocen las causas exactas del proceso que degenera en esta patología, pero se sabe que se produce debido a la muerte o al deterioro de las células nerviosas de la sustancia negra del área que controla el movimiento, conocida como mesencéfalo.
Después de el Alzheimer, el Parkinson representa el segundo trastorno degenerativo por su frecuencia y aunque se manifiesta principalmente a partir del sexto decenio de vida, también existe una tipología precoz de la patología que se manifiesta, con mucha menor incidencia, en pacientes menores de cuarenta años.
Se trata de una enfermedad que presenta unos síntomas muy característicos de temblores en reposo, rigidez muscular y dificultad en la iniciación de movimientos, así como alteraciones cognitivas y alteraciones en la capacidad de expresar emociones. El diagnóstico a día de hoy no se puede realizar mediante marcadores biológicos de ningún tipo por lo que está basado en la práctica clínica y la detección de los principales síntomas, así como la exclusión de otros trastornos mediante pruebas analíticas.
Este pasado día 11 de abril se celebraba a nivel mundial el Día del Parkinson, que la Organización Mundial de la Salud estableció hace veinte años para concienciar sobre las necesidades de los pacientes que sufren esta dolencia.
Cuáles son los síntomas que debemos detectar
Inicialmente los síntomas del Parkinson son leves, pero se van haciendo más notorios con el paso del tiempo hasta se fácilmente detectables. Esta enfermedad suele empezar a manifestarse con dificultades para realizar determinados movimientos, dolor en las articulaciones y fatiga. Además es muy común que estos síntomas se inicien en un solo lado del cuerpo. Igualmente se detectarán cambios de humor o incluso depresión sin que se pueda determinar una causa aparente.
La evolución de estos primeros síntomas derivará en otros más graves y más fácilmente diagnosticables como temblores, rigidez muscular, bradicinesia (pérdida de movimiento espontáneo y automático), inestabilidad, problemas urinarios, dificultades para tragar y masticar la comida, estreñimiento, trastornos del sueño, aumento o pérdida de peso, inmovilizaciones repentinas e incluso problemas en la vista y la definición de colores y formas.
Curiosamente existen algunos síntomas que pueden alertarnos o ponernos sobre la pista de algo más serio a medio plazo: pérdida olfativa, cambio del tono de la voz, el empezar a escribir con la letra más pequeña, sufrir mareos o desmayos, curvatura en la espalda, todo ello pueden indicar en casos puntuales, un inicio patológico que requeriría de la supervisión de un neurólogo.
La esperanza de vida de esta enfermedad es muy alta, y curiosamente existen estudios que detectan una mayor prevalencia en varones en entornes rurales, lo que podría deberse a una mayor exposición a medios ambientales de riesgo.
También es una buena noticia saber que los tratamientos farmacológicos están evolucionando para poder paliar los síntomas más avanzados y ofrecer a estos pacientes una mayor calidad de vida.
Foto de Jessie Jacobson en Flickr Creative Commons.
No Comments